Como siempre, nuestros pequeños acudieron a la cita con ilusión y nervios. Nadadores del equipo y alumnos de actividad extraescolar, acompañados por sus respectivos padres, asistieron a una jornada que se tornó larga, principalmente debido a los 400 Libre.
Todos nuestros representantes nadaron dejando a Askartza en muy buen lugar, tanto por las marcas como por la técnica y el espíritu de equipo. Asimismo, fue de gran importancia la presencia de dos nadadores, Ander Fernández y Xabier Pérez, por varios motivos. Por un lado, por ser, junto a Sergio Antia, “los mayores” (no deja de ser importante para los más pequeños tener referencias que sirvan de motor…) Por otro lado, porque ambos nadadores tenían un fin de semana maratoniano de partidos de waterpolo, a pesar de lo cual acudieron a Sestao, con el sentido del compromiso que caracteriza a ambos.
Ander Fernández acudió a pesar de estar recuperándose de un largo periodo de convalecencia, y Xabi Pérez, por el contrario, nadó con un objetivo claro: realizar la mínima para el Campeonato de Bizkaia, propósito que alcanzó con amplio margen. Enhorabuena y gracias a los dos, por vuestra participación y por ser, junto a Paula, Sarita y Rodrigo, nadadores además de waterpolistas.
Pero competiciones, pruebas y felicitaciones aparte, quisiera aportar un pensamiento tras este fin de semana tan importante para nuestro club, gracias a la victoria del primer equipo de waterpolo el sábado por la tarde.
Terminadas las pruebas en Sestao, decidí subir a Askartza a ver jugar a pequeños y grandes. Me empujaba una motivación más moral que afectiva, o quizás fuera que los afectos estaban confundidos. Sea como fuere, presencié la victoria, la viví como si hubiera sido mía (que lo fue, no en vano esa piscina me ha visto crecer) y sentí el mismo escalofrío que recorrió la grada en los segundos finales del partido.
Hay algo muy fuerte que se forja dentro de uno cuando crece perteneciendo a un conjunto, sea cual sea la naturaleza de éste: llámese hermandad, sentimiento de pertenencia o lealtad. El caso es que queda ahí como una impronta indeleble y va configurando, a posteriori, todo lo que eres y haces. Muchos sabéis a qué me refiero.
Mientras presenciaba el partido y participaba del empuje y la emoción de la grada, también revisaba mentalmente la competición que se había celebrado aquella mañana. Recordaba a los ñiños cuya ilusión y fuerza no debería pasar desapercibida para nadie que pertenezca al mismo conjunto y desee que brille en todas sus facetas: también las pequeñas; las secundarias; las menos vistosas.
Celebré cada gol, cada alegría y la victoria final. Me sentí (y me siento) orgullosa de ver florecer los esfuerzos de Joan y sus chicos. Me emocioné al ver a nuestros chavales admirando a aquellos cuya estela quieren seguir. Y sé que dicha vivencia configurará parte de los recuerdos y vivencias más gratificantes de todos los que estuvimos allí.
Sin embargo, y consciente del componente cíclico de cualquier actividad deportiva, no puedo dejar de pensar en quienes siguen manteniendo a duras penas viva la natación en Askartza. Pienso en la unidad que debería caracterizarnos (si realmente creemos que queremos ser un mismo club) y en la sombra que, inevitablemente, está ocultando la ilusión, el esfuerzo y la dedicación de los nadadores que se dejan el mismo sudor que los waterpolistas en el agua (que por cierto, es la misma).
Es cierto, los tiempos cambian. Tambien es innegable, la natación es un deporte individual, difícil y, desde luego, menos espectacular. Sin embargo, valoro de la misma forma la victoria del sábado y las brazadas de cualquiera de mis nadadores en la competición celebrada esa misma mañana.
Para recoger hay que sembrar. Ciclos y espectáculos aparte, somos un mismo club, una misma fuerza y una misma ilusión. “Hoy por ti, mañana por mi”, es una frase manida y desvalorizada que quizás deberíamos retomar como miembros y copartícipes de un mismo proyecto…
Y para terminar, os dejo una frase que, espero, sirva de reflexión:
“Disfruta de las pequeñas cosas, porque puede que un día vuelvas la vista atrás y te des cuenta de que eran las cosas grandes” (Robert Brault)
